Ojala pudiera poner en penitencia mi paciencia, para no esperarte.

domingo, 1 de agosto de 2010

Al fin, ¿no?

Era hora de que terminases.
Dicen que la tercera es la vencida, y por primera vez en la vida comienzo a querer creer en eso.
También me hice supersticiosa gracias a vos. Se me rompió un espejo en dos, entonces creo que es por eso mi mala suerte.
Quizá no lo sea, pero ya no sé qué esperar de vos.
Tal vez te parezca extraño que piense que sos el culpable de todo, pero ¿qué querés que haga si me pasa de todo por tu culpa? De todo.
La verdad es que ya no sé si llorar, reír, gritar o si quiera hablar. Porque gracias a vos todo el mundo estuvo ensimismado en sí mismo, y nadie se preocupaba por el otro, excepto claro, del desdichado.
Aunque los desdichados fuéramos todos. Porque todos somos desdichados por tu culpa.
Yo niego de que sea mía, porque ¡no es mía! La mala suerte sí, pero la culpa NO.
Yo pienso en ella, y me pregunto, ¿qué onda? Oséa, ahora se merece el Cielo, y se lo tienen que dar, porque cualquier pecado mortal es perdonado después de ésto.

Todos somos culpables de nuestras desdichas, pero no de la mala suerte de los otros que se convierte en una desdicha para nosotros.
Pero, por eso, no es mía.
Y al fin terminó. Y terminaste.

Por eso, gracias. (soy muy sarcástica, por si no te diste cuenta)
Gracias, Julio.

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